Una propuesta inverosímil que sin embargo no debería sorprendernos. Activistas feministas radicales próximas al movimiento #MeToo pretenden que el «gatillazo», término con el que se define la impotencia súbita y transitoria que afecta al hombre durante la cópula, sea considerada «violencia de género». Pretenden así que el «gatillazo» se sume a la amplia lista de acusaciones que recomiendan formular contra los hombres: desde la violación hasta los mensajes sexuales no deseados, pasando por el abuso de su posición de superioridad en la empresa para lograr un acercamiento sexual.