Los docentes catalanes se consideran cuestionados y bajo sospecha por las denuncias cada vez más frecuentes sobre adoctrinamiento, hispanofobia y erradicación del español. Episodios como el de la niña de Tarrasa agredida y castigada por pintar una bandera de España y escribir las palabras «Viva España»; el de la excursión escolar de alumnos de diez años al grito de «¡Llibertat presos polítics!» o el de los hijos de guardias civiles y policías nacionales señalados por sus profesores en represalia por la actuación de las Fuerzas de Seguridad del Estado tras el referéndum ilegal, cuestionan el «modelo de éxito» «integrador y cohesionador» del que presume la Generalidad con la anuencia de los partidos.