visó al menos cuatro veces de que su ex mujer podría estar planeando secuestrar a su hija y llevársela fuera de España, justo antes de que sucediera -el juez acabó pidiéndole disculpas por la negligencia y el secuestro parental-.
Batalló para lograr la patria potestad y la custodia de la niña, hasta que el juez se las otorgó en exclusiva (aunque ya era tarde). Contrató un detective y se gastó 15.000 euros para localizar a su hija en Kirguistán, el país natal de la madre.
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