En la academia fundada por el alcalde en Bérgamo (Italia), un grupo de unos 30 inmigrantes uniformados forman dos filas ordenadas, con las manos detrás de sus espaldas rectas en una posición de estilo militar.
En el pasillo de un edificio, repiten a coro: “Somos los alumnos del primer curso de la Accademia dell’Integrazione Grazie Bergamo, gracias Bergamo”.
Luego rompen filas, se alinean de dos en dos y se trasladan a una sala más grande, donde dos de los estudiantes, vestidos con delantales blancos, comienzan a servir el almuerzo.