La naturaleza y la composición de los ritos funerarios, o de duelo, y del entierro varían según la época, la cultura, el país e incluso la región, la posición social del difunto y las creencias religiosas. Y asociados al culto a la muerte o a las costumbres, están cuantas ceremonias acompañan a la tristeza y despedida como el embalsamamiento y el velatorio, antes del traslado del cadáver hasta su sepultura, con o sin incineración.
La normativa estatal al respecto suma años y los decretos autonómicos aún no se adaptan a la misma o arrastran sus deficiencias. Ahora, según publica en un reportaje El Norte de Castilla, una nueva modificación regulará la política mortuoria en busca de adaptarse a los cambios normativos y a la variopinta sociedad con nuevos hábitos y formas de vida, usos y costumbres en el entorno de la muerte y en respuesta también a los avances en cuanto a las técnicas vinculadas a la sanidad mortuoria.