Hay soldados con honor y funcionarios con uniforme. Por desgracia, lo que prevalece en España son estos últimos. La alcaldesa ultraizquierdista de Barcelona expulsó en 2015 a dos altos mandos militares de un recinto público y los dos funcionarios hicieron mutis por el foro sin pedirle a la rolliza regidora el respeto exigible. Sentimos entonces bochorno por este incidente. Sobre todo los que sentimos aún devoción y reconocimiento por aquellos soldados españoles que durante siglos y siglos fueron los reyes de las batallas y asombraron al mundo con su valor hasta el sacrificio, con su estoicismo ante las adversidades, con su alegría en los momentos más difíciles.