¿En qué cabeza humana cabe que un facineroso que asesina a una docena de inocentes y que se vanagloria de ello tenga derecho a salir a la calle y volver a a disfrutar del chateo y el fútbol?
Pues aquí, porque no hubo pelotas hace seis años para decirle al Tribunal de Estrasburgo que se metiera su opinión por donde la cupiera, tenemos más de un centenar de terroristas recibiendo en los bares palmadas en la espalda de sus psicópatas vecinos.
Viene esto a propósito de la sentencia del caso Gürtel, que puesta en perspectiva y sobre todo comparando, exige como poco una reflexión.