Sucumbiendo a los eslóganes más mostrencos de la extrema-izquierda occidental y cumpliendo fielmente con todas las directrices del marxismo cultural más fanático e ignorante, la compañía Gillette, propiedad de la multinacional norteamericana Procter & Gamble, se ha convertido en la primera gran multinacional que ha decidido hundir en la miseria a sus accionistas al publicitar sus productos insultando a sus clientes principales: los hombres.