Se cumple un año del movimiento feminista #MeToo y, como si de un tsunami se tratara, sus consecuencias son devastadoras en el ámbito laboral estadounidense. Sus intenciones eran nobles: denunciar agresiones, abusos o acoso sexual a las mujeres. Pero el método empleado para destapar a los depredadores sexuales está propiciando todo lo contrario. Las mujeres están siendo discriminadas. Veamos.
Bastaba con poner el #hashtag en redes sociales Yo también, (MeToo) para publicar el nombre del malvado acosador. Más de 200.000 tuits denunciaban algún tipo de abuso y señalaban con dedo acusador a sus supuestos agresores permaneciendo impunes. Adiós a la presunción de inocencia. La caza de brujos fue continuada por Asia Argento. La actriz abrió la veda en el Festival de Cannes el pasado año.
Por Elena Berberana